Podemos decir que la estimulación cognitiva es todo el conjunto de actividades o herramientas de las que disponemos para tratar de potenciar los procesos cognitivos, la atención, la memoria, el lenguaje, y con ello intentar frenar el posible deterioro que se esté produciendo en el cerebro de una persona.
Cuando hablamos de estimulación cognitiva nos viene a la cabeza la imagen de esas fichas de lápiz y papel con las que todos hemos tenido contacto pero que muchas veces no son particularmente motivadoras. Si acudimos a un neuropsicólogo, éste será capaz de diseñar una rutina diaria que incluya todas las herramientas de las que disponemos para mantener en forma el cerebro, adaptando los ejercicios a nuestro estilo de vida y preferencias.
Caminar, además de todos los beneficios ya conocidos, tiene efectos positivos directos sobre la memoria. Un paseo de 45 minutos o de una hora puede ser suficiente. Por otra parte, se ha demostrado que las neuronas de las personas que mantienen mayores interacciones sociales producen más conexiones, sus procesos cognitivos funcionan mejor por lo que es un aspecto importante a potenciar.
Las actividades cotidianas como vestirse o comer, son momentos del día en que se ponen en práctica estos procesos cognitivos. Si como es frecuente, algún familiar hace esas tareas en lugar de la persona mayor, evita que esos procesos cognitivos se pongan en funcionamiento siendo esos pequeños momentos del día esenciales, en cualquier programa de estimulación cognitiva. Cuando el paciente no quiere hacer otro tipo de tareas es importante que cobren una relevancia mayor. Por ejemplo, tenemos un caso en la consulta en el que diseñamos un día a día cumpliendo todas estas características;por la mañana salir a dar un paseo de una hora con su cuidador, paseo que luego además repetía por la tarde y apuntarse a clases de pintura en el Ayuntamiento.
Esta última rutina, además de lo estimulante para la memoria que puede ser, es una actividad que se hace en grupo, lo que permite conocer a otras personas que frecuentemente son del mismo barrio lo que generó que se citasen por las tardes cada día para merendar.
De esta forma, y de una manera muy sencilla, hemos incrementado las relaciones sociales de este paciente, y además intentamos que su rutina diaria fuera más activa en lugar de estar la mayor parte del tiempo viendo la tele como suele ser habitual. Se incluyen además en la rutina diaria pequeñas cuestiones que el mayor pueda llevar a cabo, como poner la mesa o el lavavajillas, ayudar un poquito en la preparación de la comida, etc.
Además, como una actividad cognitivamente más demandante, le solicitamos que preparara un menú para el día siguiente a partir del cual había que generar la lista de la compra que incluyese todos los ingredientes necesarios para elaborar el referido menú. Como paso siguiente, durante el paseo diario, debe realizar la compra y aplicar las estrategias de recuerdo de elementos que entrenaba con su neuropsicólogo.
En la consulta, son todas estas actividades las que utilizamos para potenciar los procesos del cerebro y que provocan la estimulación cognitiva del paciente.