Es la circunstancia que se proporciona cuando en un mismo territorio coexisten dos lenguas con diverso estatus popular, tal es así que una de ellas se configura como lengua de prestigio frente a la otra, que queda relegada a una posición subalterna. Esta circunstancia se ve apuntalada por los distintos espacios en que se puede utilizar una y otra. De esta forma, la lengua dominante tiende a ser la que de forma oficial u oficiosa se utiliza en la gestión, la lección, la justicia, los instrumentos sociales para informar y comunicar, etc., en tanto que la diversidad desfavorecida queda relegada a los espacios familiares e informales.